La fascinación que han despertado las tumbas reales del
antiguo Egipto es de sobra conocida, pero si además una tumba ha sido visitada
desde su época contemporánea será porque en ella nos esperan cosas muy interesantes.
No podemos desplazarnos hasta ella, pero intentaremos transportarnos hasta allí
a lo largo de estas líneas
¿Hacia qué lugar nos transportamos?
En esta ocasión una tumba nos espera en el Valle de los Reyes, que fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO en 1979, junto a Tebas y sus necrópolis. Esta necrópolis real fue la
usada por los reyes del Reino Nuevo,
está en la orilla occidental del río
Nilo, frente a la antigua Tebas
(actual Luxor), capital del país en ese momento, y nuestra tumba se sitúa en la
base de una colina en el lado noroeste del wadi (río seco) principal del valle,
un poco al sur del wadi de la ramificación que conduce a la KV 1.
La explicación más sencilla y evidente es que después de que
prácticamente todas las tumbas
(reales y no reales) fueran saqueadas
desde casi el mismo instante del enterramiento, desde época predinástica y
tinita, y con tumbas reales tan a la vista de cualquier cazatesoros, como las
famosas pirámides de Guiza, en el Reino Nuevo se buscó un lugar oculto y separado de
su templo funerario para que la tumba del faraón no fuera localizada.
Aunque esto no fue exactamente así, porque a comienzos de este período la
entrada a la tumba sí que llegó a estar más escondida, pero a finales del Reino
Nuevo llegaron a tener entradas monumentales.
En ella fueron enterrados la mayoría de los reyes de las dinastías XVIII, XIX y XX (1550 a.C. a
1069 a.C.). Aún hay esperanzas de nuevos grandes hallazgos porque las tumbas de
Ahmose I, Amenhotep I, Tutmosis II, Smenkhkara y Ramsés VIII no se han
localizado. En el valle también se enterraron reinas, príncipes, nobles y hasta
animales. Se compone de dos valles, en el este se hallan las tumbas numeradas
con las letras KV (King´s Valley)
delante y los números en función del orden de descubrimiento de la tumba. Está
coronada por una cima en forma de pirámide y los egipcios lo conocían
como Ta-sekhet-ma'at (Gran campo).
¿Cómo es esta tumba?
A partir del rey Horemheb y hasta la dinastía XX, estas
tumbas fueron de un solo eje. Se
compone de tres corredores algo
inclinados (B, C y D) a los que sigue una cámara
(E), la cámara funeraria (J) y un pasillo (K). Este contiene tres
habitaciones menores (Ka, Kb y Kc). La inesperada muerte del rey paralizó las
obras en la cámara J, que en un principio estaba destinada a sala de pilares, e
interrumpir la construcción de un nuevo corredor (K) y acabado de forma rápida
mientras se embalsamaba a su futuro ocupante. Tiene una altura máxima de 5,21
metros, una anchura máxima de 8,32 metros, una longitud de 88,6 metros y un
área de 304,88 metros cuadrados.
Presenta la misma tipología
que las tumbas ramésidas: poco
inclinada y con cámaras en sus laterales, pero esta de menores dimensiones. Arquitectónicamente destacamos su techo abovedado en el pasillo D, la rampa que hay en el suelo de este mismo
corredor, puerta y cámara E, una cámara de pilares funeraria, las cámaras
laterales y huecos del corredor K y el inusual número de fosas de depósito de cimentación. Aunque no es una de las tumbas
más grandes del Valle de los Reyes es importante por mostrar cambios de lo que
en un principio se había proyectado, por ello le hace interesante
constructivamente.
Se conocen dos planos
de la tumba en la actualidad, uno que contiene un dibujo completo sobre papiro
que se conserva en el Museo Egipcio de
Turín desde 1885, y un boceto de la puerta de la tumba sobre un ostracón hallado entre los escombros de
la entrada.
¿Cómo era su
decoración?
A pesar de ser una tumba visitada desde la antigüedad su estado de conservación es aceptable. En su momento presentó
algunas novedades en cuanto a los textos funerarios que se incluían. En
el corredor de entrada A no hay decoración, pero al entrar al siguiente vemos
al disco solar flanqueado por dos diosas. En los corredores B y C encontramos
la Letanía de Re, que describe las
setenta y cinco “manifestaciones” de este dios. Fue muy usada en época ramésida
y este rey fue el penúltimo en incluirla. En el corredor B el rey también
aparece ante el dios Re-Horakhty (Re
Horus del horizonte).
Por primera vez aparece en una tumba el Libro de las Cavernas, en el corredor D, en el que se relata cómo
el sol recorre a pie el mundo subterráneo y encuentra cavernas con dioses,
malvados genios y los enemigos de Osiris (dios de los muertos) a los que debe
dejar atrás. En la cámara E hay bastantes escenas del Libro de la Salida al Día, más conocido como Libro de los Muertos por el egiptólogo prusiano Karl Richard
Lepsius porque enterrados junto a los difuntos aparecían los papiros que los
contenían. Son ciento noventa y dos fórmulas divididas en cinco partes que
protege, da poder y guía al difunto en el Más Allá.
En la cámara sepulcral (J) hay representaciones del Libro de las Puertas donde se describe
el viaje nocturno del sol en su barca y tiene que superar doce puertas
defendidas por serpientes que escupen fuego. El Libro del Amduat, que describe el viaje del sol en su barca por el
mundo subterráneo, donde habitan sombras y genios, durante las doce horas de la
noche. Y, por primera vez, en este techo, el Libro de los Cielos, relacionado
con la diosa Nut, diosa del cielo
que creó el universo y los astros, se traga al sol al atardecer y le da vida al
amanecer.
En el corredor K y cámaras adosadas se representan más partes
del Libro de las Cavernas y al difunto con algunos dioses. En las cámaras Ka y
Kc hay representadas figuras momificadas.
Y en la cámara Kb aparecieron unos típicos objetos funerarios que se dejaban
junto al ajuar de las tumbas reales, los ushebti
(el que responderá) cuya misión era servir en el Más Allá. Se exponen en el
Museo del Louvre y las azadas que sostienen les sirven para realizar las tareas
necesarias, vemos la clásica postura de sostenerla (igual que el jeroglífico),
sostienen una en cada mano y casi no varió el modelo.
Encontramos también cientos de graffiti de los visitantes de la tumba en época grecorromana y
unos cincuenta coptos, como santos y
cruces. Los podemos ver en toda la tumba. Cada turista antiguo nos dejó su
nombre, su profesión, el lugar del que procedía y sus comentarios personales
sobre lo que le había parecido la tumba (no se diferencian mucho de los
turistas actuales).
¿Para quién fue esta
tumba?
Para el tercer rey
de la dinastía XX, Ramsés IV (Heqamaatra Setepenamun), que
reinó entre 1153 a.C. y 1147 a.C., unos seis años y algo. A su padre, Ramsés III, se le considera el último
gran rey del antiguo Egipto y es posible que fuera asesinado. Su hijo
heredó un reino en declive, momento en el que se perdió el control en
Siria-Palestina y desinteresándose por Nubia. Era el quinto de los hijos y
alrededor del año veintidós de Ramsés III se convirtió en príncipe heredero, tras
morir sus cuatro hermanos mayores. Parece que su madre fue extranjera. Al
empezar a reinar se dedicó a varios proyectos constructivos, como su templo de
millones de años en Tebas.
También se dedicó a la que sería su tumba, pero para que su
construcción se pudiera llevar a cabo hubo serias negociaciones con los
constructores de tumbas de Deir el-Medina (el poblado de los trabajadores) que
ya se declararon en huelga (la primera de la historia) en el reinado de Ramsés
III debido a los bajos salarios y las duras condiciones de trabajo. Una vez
llegaron a un acuerdo, unos ciento veinte trabajadores participaron en las
empresas. A raíz de estos trabajos, una expedición
del ejército extrajo la arenisca gris de las canteras de Wadi Hammamat y fueron a las minas
de turquesa y cobre del Sinaí, pero murió demasiado pronto.
De nuevo hubo atrasos
en la entrega de bienes básicos a Deir el-Medina y el hecho de que fuera creciendo la influencia del “gran sacerdote
de Amón”, Ramsesnakht, no le ayudó. Ahora el templo era de Amón, no del
Estado, y en parte pagaba los salarios. Los altos cargos quedaron entre
dos familias y los cargos de “segundo y tercer sacerdote” y “padre del dios
Amón” fueron familia política de Ramsesnakht por matrimonios. Su hijo era
“mayordomo de la heredad de Amón” y administraba la tierra. La tendencia es que
el cargo de “gran sacerdote” acabara
siendo hereditario y se fue
volviendo más independiente, hasta
que el rey sólo tuvo un control nominal.
La momia.
Al morir su padre, Ramsés
V mandó enterrarle en KV 2, lo
cuál era su propósito, sin estar completa, y por eso se acabó a contrarreloj.
El sarcófago mide dos metros y medio
de altura y sigue en la tumba, aunque roto seguramente desde la antigüedad.
Cuando los pilares de la ahora cámara sepulcral se retiraron, se bajó el suelo
para acomodar el sarcófago. Cuando los ladrones de tumbas hallaron esta, la
momia se depositó en otro ataúd en el escondite de la KV 35 (la tumba de Amenhotep II) en el Tercer Período Intermedio (año trece de Esmendes I) y se pudo identificar como la de Ramsés IV
gracias a las inscripciones en sus
envoltorios funerarios.
El cadáver
presenta un buen estado de conservación,
sufriendo pocos daños durante el traslado o quizá los ladrones que consiguieron
entrar en la tumba. Estos daños son un pie roto, un agujero en el cráneo y
manos sin la presencia de uñas. En el momento de su muerte, el rey podría haber
rondado los cincuenta años de edad, incluso más, y salvo que la
ciencia diga lo contrario, su muerte se debió a causas naturales.
Exploradores y
excavadores.
Desde principios del siglo
XVIII diferentes exploradores que ya empezaron a viajar a Egipto para
conocer sus maravillas, visitaron la KV
2. Estos ilustres visitantes son Claude Sicard (1718), Richard Pococke (que
entre 1737 y 1738 realizó un mapa), James Bruce (1768), James Burton (que en
1825 hizo otro mapa), John Gardner Wilkinson (1825-1828), una expedición
franco-toscana entre 1828-1829 para realizar un estudio epigráfico, Owen Jones
(1832), Hermann von Pückler-Muskau
(1837) y Nestor L'Hôte (1838).
Al haber estado abierta desde la antigüedad no han hecho falta
sacar demasiados escombros y tan sólo hay registradas
dos excavaciones de la tumba. Una por parte de Edward Russell Ayrton entre 1905 y 1906 y en la que descubrió los
depósitos de la fundación en la entrada para el abogado americano interesado en
el país de los faraones Theodore M. Davis.
La otra a cargo del conocido Howard Carter en 1920 antes de descubrir la tumba de Tutankhamon,
todo sufragado por Lord Carnarvon. Ambas misiones hicieron que algunas piezas
vieran la luz: ushebtis, restos de muebles funerarios, ostracas e incluso
restos humanos de épocas posteriores de todos los visitantes que por ella
pasaron.
ENCARNI TOLEDANO
PIQUERAS
Bibliografía:
-ALDRED, Cyril; Arte egipcio, Barcelona, Ediciones Destino,
1996.
-SHAW, Ian; Historia del Antiguo Egipto, Madrid, Oxford,
2007.
-WILKINSON, Richard H.; Cómo leer el arte egipcio, Barcelona,
Crítica, 2004.
-www.thebanmappingproject.com
-www.wikipedia.org
Imágenes:
Todas las figuras extraídas de wikimedia.org.
Esperamos que os haya gustado esta entrada y nos ayudéis a compartir nuestro trabajo. Si usáis información de aquí, no olvidéis citarnos de la siguiente forma: Explorando Egipto [Consultada: (Fecha del día de consulta)]
△△△●《Єxplorando Єgipto 》●△△△
No hay comentarios:
Publicar un comentario