Egipcios y fenicios


¿Cómo llegaron algunas piezas egipcias a la Península Ibérica? No nos referimos al mercado negro de Antigüedades en época contemporánea, los grandes mercaderes de la Antigüedad, los fenicios, comercializaron con piezas del Egipto faraónico que usaban en sus transacciones comerciales en forma de trueque para conseguir materias primas, principalmente, metales y productos manufacturados. Así trajeron a Occidente materiales de la cultura egipcia a partir del siglo VIII a.C.
Contexto histórico

En la Edad del Bronce (1700-800 a.C. aproximadamente) los Pueblos del Mar (término dado por el egiptólogo parisino Emmanuel de Rougé en el siglo XIX) llegaron y atacaron Egipto en la dinastía XIX. Merenptah se refirió a ellos en egipcio como n3 ḫ3t.un p3 ym en su gran inscripción de Karnak. Ya en la dinastía XX, el rey que sufrió las mayores consecuencias fue Ramsés III en el año ocho de su reinado y en los muros de su templo de Medinet Habu y en el papiro Harris I se relata este episodio.

Uno de los pueblos que llegaron a Egipto en el Reino Nuevo, y que incluso llegaron a tener una colonia en Menfis, fueron los fenicios. Su lugar de origen es el Levante mediterráneo, la Canaán de la Biblia. Sus capitales fueron primero Biblos y después Tiro. Desde esta segunda ciudad salieron los que serían los grandes comerciantes que navegaron por el Mediterráneo fundando colonias que hoy incluso son importantes ciudades para facilitar sus negocios comerciales. No fueron un pueblo violento, viajaban con sus familias y pertenencias en busca de un lugar con mejores oportunidades para vivir.

El periodo egipcio que coincide con la talasocracia fenicia en el mar Mediterráneo fue el Tercer Periodo Intermedio, que abarca entre 1070 y 650 a.C. El término Fenekhu en las fuentes egipcias se cree que hace referencia a Fenicia. En torno al siglo XI a.C. encontramos a Egipto dividido en dos unidades políticas, en el Bajo Egipto Tanis y en el Alto Egipto Tebas. Las dos fueron gobernadas por dinastías de origen libio y, aunque rivales, fueron independientes, y los gobernantes tebanos sólo ostentaron el título de Sumo Sacerdote de Amón.

Se esforzaron por sacar provecho al suelo montañoso y poco apto para la agricultura en el que vivían; el no conseguirlo, hizo que sus actividades se orientaran al mar. Esto hace de ellos también los grandes emigrantes de la Antigüedad, ya que tuvieron que dejar su hogar e instalarse lejos de allí. Su pueblo quedó dividido en pequeñas ciudades estado separadas por espolones rocosos, ya que, para comunicarse con otras ciudades, era mejor el cabotaje que las vías terrestres. Se comunicaron con Egipto a través del Sinaí y no dejaron grandes huellas físicas de su existencia como pueblo, pero sí llegaron hasta aquí una serie de piezas a las que nos dedicamos a continuación.

Vasos de alabastro

Usuales al sur de la península fueron los llamados vasos de alabastro pertenecientes al grupo de jarras hebenet, ya que presentan un estrechamiento en la parte inferior. Se conocieron bien en Egipto y se fabricaron en alabastro desde la dinastía XVIII, aunque en cerámica mucho antes. En ellos se guardaban productos de cierta categoría como vino, cerveza, aceite, miel, fruta o incienso. Como esta forma fue abundante en la cerámica de la región sirio-palestina, se le conoce también por el nombre de jarra o ánfora cananea. Estos vasos de alabastro de fabricación egipcia fueron usados como urnas funerarias en las necrópolis andaluzas.

En la necrópolis fenicia del Cerro de San Cristóbal en Almuñécar (Granada), datada en torno a 670 a.C. aparecieron veintidós vasos de alabastro que contenían las cenizas de los difuntos, muchas con inscripciones en escritura jeroglífica, como las referentes a los reyes Takelot II u Osorkon II, ambos del Tercer Periodo Intermedio. Los arqueólogos Mallowan, Culican y Blázquez opinan que estas piezas son obras fenicias, aunque inspiradas en las egipcias. Por otro lado, Gamer piensa que la mayoría de estos alabastrones proceden del saqueo asirio de las tumbas de la necrópolis real de Tanis. No sería descabellado pensar que hubo piezas importadas y otras imitadas.
Fig. 1. Vasos de Almuñécar.
La necrópolis de Abdera, fundación fenicia del siglo VIII a.C. en Adra (Almería), nos es desconocida. Uno de sus hallazgos casuales fue un vaso que la familia Utrera Solé donó en 1983 al Museo Arqueológico de Almería, lugar donde se puede admirar. Muestra similitudes con dos de las tumbas de la necrópolis anteriormente citada, con otra de La Joya (Huelva) y con una de las piezas halladas en 1792 en los alrededores de Torre del Mar (Málaga), aunque el paralelo más antiguo en cuanto a su forma es uno de pequeño tamaño localizado en la necrópolis real de El Kurru (Nubia) y perteneció a la reina Khensa, esposa de Taharqa (XXV dinastía). Su cronología es de los siglos VIII o VII a.C.

Pero los vasos de alabastro más cercanos formalmente al abderitano, y datables en un contexto arqueológico, son los que proceden del palacio real de Assur (en la actual Irak y que la UNESCO incluyó en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en peligro) y el de la tumba 24 de la necrópolis nubia de Nuri (Sudán) de la XXV dinastía y perteneció al ajuar funerario de la reina Nasalsa (593-568 a.C.) y de tamaño la mitad inferior. Podemos fechar ambos ejemplos hacia finales de la primera mitad del siglo VII a.C., coincidiendo, asimismo, con la datación propuesta para la tumba 9 de la necrópolis de La Joya.

Fig. 2. Vaso de Abdera.
Escarabeos

El Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera alberga un escarabeo egipcio de pasta datado entre 595 y 589 a.C. con el nombre de Psamético. Este amuleto con forma de escarabajo procedería seguramente de Menfis. La forma de escarabajo pelotero más común en el arte egipcio fue el gran escarabajo sagrado (Scarabaeus sacer) y es conocido por su habilidad para hacer rodar las bolas de excremento por el suelo antes de depositarlas como alimento para sus larvas en túneles subterráneos, de donde estas surgen de forma espontánea, por ello los adoraban como Jepri (el que vino a ser) y estuvo ligado a una simbología solar. Se elaboraron millones de escarabajos.


Fig. 3. Inscripción del escarabeo de Ibiza.

Algunos de los escarabeos más antiguos de la Península Ibérica fueron hallados en la necrópolis fenicia de Ayamonte (Huelva), presumiblemente del siglo VIII a.C. según el arqueólogo Martín Almagro Gorbea. El Instituto Arqueológico Alemán se encarga de su estudio en los laboratorios de Berlín. En la cara curva del ejemplo que mostramos se refleja la silueta estilizada de un escarabajo pelotero y representaba al sol naciente como símbolo de resurrección en la mitología egipcia. La cara plana hace las veces de sello con jeroglíficos o figuras, así podían demostrar que algo era propiedad de alguien.

Huelva fue en estos momentos un importante foco de producción metal y, para llevárselo y poder pagar así los tributos asirios, fueron estos amuletos lo que los fenicios dieron a cambio. En la actualidad se han hallado más de cuatrocientos en España, pero se estima que pudieron haber llegado a ser casi cien mil.

Fig. 4. Escarabeo de Huelva. 
Udyat

El sol y la luna fueron considerados en Egipto como los ojos del dios Horus, el gran halcón. El ojo izquierdo era el Ojo de Horus y símbolo de la luna. Un mito explica cómo este ojo fue dañado y cicatrizó, reflejando así las fases crecientes y menguantes de la luna. A este símbolo se le llamó udyat y significaba la totalidad o la unidad restablecida. La línea de lágrima en espiral debajo del ojo se asemeja a la de la cara del guepardo, animal que también se asoció con el cielo por las motas estrelladas de sus costados.

El Museo Arqueológico Nacional de Madrid posee uno de estos amuletos de plata, elaborado con la técnica de fundición, que en su día se usó como colgante e incluso conserva la anilla por donde pasaría una cuerda. Es ya de la fase púnica y la datamos entre los siglos IV y III a.C. Esta fue una de las muchas piezas halladas en la necrópolis ibicenca de Puig des Molins, pero otros udyat hallados en ella fueron elaborados en fayenza con la técnica de moldes de cocción y presentan un mejor estado de conservación. Se pudieron haber fabricado fuera de Egipto, pero tomando los originales como modelo.   


Fig. 5. Udyat de Puig dels Molins.
Dioses

Algunos dioses de la mitología egipcia también aparecen entre todas estas piezas traídas por los fenicios. Osiris fue el dios de la resurrección, la vegetación y la agricultura, símbolo de fertilidad y regeneración del río, y preside el tribunal de los difuntos que se juzgan en el Más Allá. Sus nombres egipcios fueron Usir y Un-nefer (perfecto antes y después de nacer) y el centro de su culto se encontraba en Abydos. Las piezas que han llegado hasta aquí fueron estatuillas del dios o el pilar dyed, símbolo que le representaba, con una connotación de estabilidad.


Fig. 6. Dyed de la necrópolis de Villaricos.
Podemos encontrar representaciones de otros dioses como Taueret la grande, diosa de la fertilidad y protectora de las embarazadas, con cabeza de hipopótamo o mujer, cuernos y disco solar, grandes pechos, patas de león y cola de cocodrilo. Bes como otra deidad protectora del hogar y los niños, asociado al amor y el placer sexual y representado como un enano barbudo que enseña la lengua. Y la imagen de la diosa Isis sedente y amamantando a su hijo Horus.

Otros objetos

No menos curiosos fueron otros objetos encontrados en nuestras costas o cerca de ellas, como es el caso de un anillo en forma de sello donde aparece Isis de pie amamantando a Horus, con una decoración vegetal alrededor de ella, y que se halló en Niebla (Huelva), zona que mantuvo un rico comercio en época tartésica y fue importante por la riqueza minera de su alrededor en época fenicia, ya que entonces el río Tinto era navegable.


Fig. 7. Anillo de Niebla (Huelva).
También en el Museo de Niebla podemos admirar un brasero cuyas asas están adornadas con cabezas hathóricas, fabricado en bronce y datado entre los siglos VII y VI a.C. y que hallaron en la necrópolis de La Joya de la antigua ciudad de Onuba. Las cabezas representan el tocado característico de la diosa Hathor (divinidad cósmica que representó el amor, la alegría, la danza y la música). Formaba parte del ajuar de una tumba donde aparecieron jarras que igualmente aludían a esta diosa.


Fig. 8. Brasero.
Queremos mencionar un último objeto entre esta pequeña y difícil selección, el colgante aparecido en la tumba del guerrero de la antigua Malaka. A la izquierda del cráneo y cerca de una pátera de plata, apareció un colgante en forma de escarabeo engarzado en una pieza de oro y unida a una anilla de plata. En el reverso hay una representación de la diosa Sekhmet (diosa de la guerra, la venganza y la curación) sedente, coronada con un uraeus y sosteniendo en su mano izquierda un udyat. Sobre ella, el signo del cielo y, junto a él, una inscripción jeroglífica. En la actualidad se encuentra expuesto en el Museo de Málaga, La Aduana.

Entre las dinastías XXII y XXVI, coincidiendo con las tres últimas dinastías del Tercer Periodo Intermedio y las dos primeras (kuchita y saíta) de la Baja Época, hubo muchos intercambios entre egipcios y fenicios. Esto propició un comercio de lujo que llegó a nuestras costas y que sólo las clases más privilegiadas se podían permitir para el ajuar de sus enterramientos como bienes de prestigio. Parece que estos elementos no terminaron de ser aceptados por los indígenas, como las urnas de alabastro y algunos dioses, como Isis, al contrario de lo que sí pasó en época romana.

ENCARNI TOLEDANO PIQUERAS

Bibliografía:
-Baqués Estapé, L. (1974) “Escarabeos egipcios de Ibiza”, Empúries: revista de món clàssic i antiguitat tardana, Núm. 36-37, pp. 87-146.
-Blázquez Martínez, J.M. (1996) “Los fenicios, transmisores de la cultura egipcia a Occidente”, Estudios de arqueología, historia y arte, Madrid 2000, pp. 123-133.
-García Alfonso, E. (1998) “Un vaso de alabastro procedente de Adra conservado en el Museo de Almería”, AEspA, 71, CSIC, pp. 243-248.
-García González, D. y López Chamizo, S. (2015) “La tumba del guerrero. Algunos apuntes en relación a un hallazgo arqueológico excepcional”, ARQUEOSUR Estudio de Arqueología, S.L., UE-0 número 1, pp. 5-32.
- López Castro, J.L. (2002) “Vasos de alabastro de Abdera y Baria”, OCNUS 9-10, pp. 137-153.
-Shaw, I.; Historia del Antiguo Egipto, Madrid, Oxford, 2007.
- Wilkinson, R.H.; Cómo leer el arte egipcio, Barcelona, Crítica, 2004.
-www.man.es/
-http://patrimoniofenicio.blogspot.com.es/
-http://huelvabuenasnoticias.com/
-http://www.xn--espaaescultura-tnb.es/

Imágenes:
Figura principal: http://4.bp.blogspot.com/
Figuras 4, 7 y 8: www.huelvabuenasnoticias.com
Figuras 5 y 6: www.man.es


Esperamos que os haya gustado esta entrada y nos ayudéis a compartir nuestro trabajo. Si usáis información de aquí, no olvidéis citarnos de la siguiente forma: (Nombre del autor), (Título del artículo), Explorando Egipto: [Consultada: (Fecha del día de consulta)] 

2 comentarios:

  1. Una de mis primeras publicaciones fue sobre este tema, os dejo el enlace por si os apetece leerlo ;).

    https://www.academia.edu/9003818/_Comercio_en_el_Mediterr%C3%A1neo_de_piezas_egipcias_y_su_aparici%C3%B3n_en_la_Pen%C3%ADnsula_Ib%C3%A9rica_en_Econom%C3%ADas_comercio_y_relaciones_internacionales_en_el_Mundo_Antiguo_ISBN_978-84-16184-35-4_2014

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    1. Y muy interesante además, yo misma lo utilicé para un trabajo en clase.

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