En tiempos de los faraones, las aves que habitaban (y aún hoy
habitan) la “tierra negra” eran tan importantes que incluso llegaron a
representar a algunas de sus divinidades. Las vemos momificadas o eran fuente
de alimento. Es por ello que existen tantas representaciones de estos animales
en los más de tres mil años de esta civilización
Fig. 1. Ocas de Meidum. |
Aves en los
jeroglíficos
La lengua de los antiguos escribas es la que más información
nos ofrece al respecto. Gracias a la Lista
de Gardiner podemos estudiar mejor los jeroglíficos egipcios. Este
egiptólogo británico agrupó los signos más convencionales en veintiséis grupos
en su Gramática de la lengua egipcia. El grupo
G se corresponde con el de aves y aparecen cincuenta y cuatro signos, en el
grupo H aparecen partes de aves y
vemos ocho signos. Al mirar esta lista, la parte de la izquierda es la
descripción del signo y la de la derecha se corresponde con los valores del
mismo, así que, para saber qué es cada signo, solo debemos consultar esa lista.
Dioses y aves
En el panteón egipcio podemos encontrar hasta cientos de
divinidades. Entre las divinidades zoomorfas en forma de aves, algunas han sido
desde el principio de las más importantes y adoradas. Entre los dioses halcón, Horus es el más popular y está relacionado directamente con la
realeza. Montu fue un dios guerrero
que, aunque ya aparece en los Textos de las Pirámides, cobró verdadera
importancia con los reyes tebanos de la dinastía XI. Se podría decir que Ra fue la divinidad más importante y
acabó fundiéndose con otros dioses solares y cósmicos, aunque siguió
conservando su propia posición.
Otros dioses ave tuvieron su papel destacado en la
religión egipcia. Benu tenía
conexiones solares y acabó representando a los tres grandes dioses de Egipto:
Ra, Atum y Osiris. Nekhbet, la diosa
buitre, fue la divinidad principal de Nekheb. Thoth o Djehuty fue un dios lunar con forma de ibis que acabó
asociado a la escritura y el conocimiento, siendo patrón de los escribas y
estudiosos, y que hace de notario en el juicio de los muertos. Y, por último, Henet, fue una diosa pelícano conocida
desde el Reino Antiguo y venerada como divinidad benéfica y que en los Textos
de las Pirámides es llamada “madre de los dioses” (PT 511).
Fig. 2. Representación del dios Benu. |
Avicultura
La caza, cría de aves
y el aprovechamiento de sus productos, está representado en diversas escenas de tumbas y estelas de falsa
puerta como ofrendas. Vemos sirvientes
en tumbas presentando patos u otras aves que se van a consumir, desplumando
ocas dada su calidad, enjaulado y transporte de patos, cebando de manera forzosa
a los patos, garzas o grullas, o asando gansos. Y en las estelas de falsa puerta, la repletas mesas de ofrendas son la comida en el más allá para el difunto, en
las que no faltan todo tipo de aves.
La caza de aves
solía hacerse con redes en los
lugares de paso de las aves migratorias. Grandes cazadores de aves eran también
los gatos, cazando incluso varias a
la vez. La caza más común y representada
era en barca, desde ellas usaban
arcos o lanzaban un instrumento o arma a las bandadas para pillar los
ejemplares. Aunque parece ser, que esta actividad más propia de reyes y nobles,
se hacía más por distracción que por necesidad, ya que el resto de la población
cazaba para el sustento familiar diversas especies usando redes en los
pantanos, entre los árboles o domesticando gatos para tal fin.
Fig. 3. Escena de caza representada en la tumba de Nebamun. |
Muchas aves eran para consumo propio, pero los ejemplares
vivos se enjaulaban para vender en los mercados, ya que la finalidad era
recaudar todo lo que viniera bien al sustento de la familia.
La diferencia en la alimentación entre reyes y nobles y el
resto del pueblo, debió de ser bastante significativa. Los primeros disfrutaban
en ocasiones de suntuosos banquetes y es de suponer que estaban bien
alimentados. En algunas representaciones podemos ver cómo los sirvientes cocinaban la carne de ave.
Insertaban un palo en el ejemplar y lo ponían sobre el fuego o sobre una piedra
plana colocada sobre las llamas. Las podían abrir por el dorso para aplanarlas
mejor y las enriquecían con especias, o cómo las preparaban en salazón para
ponerlas en vasijas. Algunas de ellas, se llevaban como ofrendas a sus
difuntos.
Fig. 4. Sirviente desplumando una oca. |
Momias de aves
Como hemos mencionado antes, los egipcios asociaban con los
dioses a los animales, cuya naturaleza y cualidades mostraban bastante respeto.
En el Período Tardío, honraban a sus
deidades locales enterrando en cementerios
locales momias de animales relacionadas con esos dioses, como ibis al dios
Thoth. Tantos fueron los amantes de la sabiduría que llevaron ofrendas a su
dios que se llegaron a reunir más de cuatro millones de momias de ibis. Muchas
aves eran criadas en jaulas y vendidas a los fieles, quienes antes de
enterrarlas las mandaban embalsamar, en ocasiones con lujosas máscaras y
envoltorios.
Fig. 5. Momia de un ibis. |
Titulatura real
Que en cuatro de los cinco títulos que ostentaba un rey
aparezcan aves, lo dice todo sobre la importancia de estos animales para la
civilización egipcia.
Nombre de Horus
Este título se solía inscribir en un serekh, que representa una fachada de palacio. Dentro se escribía
el nombre del rey en jeroglíficos y un dios
halcón Horus estaba encaramado en la
parte superior, a veces sostenido por los brazos del ka, símbolo de su
linaje y predecesores. Es la forma más antigua del nombre de rey surgiendo en
el período Predinástico, siendo el rey la encarnación terrenal de este dios.
Durante el Reino Nuevo podemos verlo sin el serekh.
Fig. 6. Nombre de Horus del faraón Dyet. |
Nombre de Nebty
Este título significaba “las
dos señoras” y se asoció con las diosas
del Alto y el Bajo Egipto, Nekhbet y Uadyet, respectivamente. A Nekhbet se le presentaba como un buitre y a Uadyet como una cobra. Este
título fue usado por primera vez en la dinastía I por Semerkhet, pero no fue un
título totalmente independiente hasta la dinastía XII. Normalmente, no va
enmarcado en nada, pero siempre comienza con los jeroglíficos del buitre y la cobra
que descansan sobre dos cestas, con el nombre dual de “Nebty”. El nombre
comienza con la expresión de “las dos diosas”.
Fig. 7. Nombre de Nebty de Semerkhet. |
Nombre de Horus de Oro
Este título se lee Hor-Nub
y esta forma del faraón aparece con el halcón
Horus sobre el jeroglífico usado para oro. Es un título que ha tenido
diferentes interpretaciones. Podría significar el triunfo de Horus sobre Seth,
siendo así Horus superior a sus enemigos. O como el oro estaba relacionado con
la eternidad, transmitir el nombre eterno de Horus al faraón. Lo vemos por
primera vez con Dyeser en la dinastía III con su nombre y el disco solar sobre
el símbolo de Seth, pero en el Reino Medio se cambió el disco solar por nub
(oro). Este nombre tampoco estaba enmarcado por nada.
Fig. 8. Horus de oro de Tutmosis III. |
Nombre de nacimiento
Como en la actualidad, cada rey al nacer recibía un nombre
que en la titulatura real se conoce como Sa
Ra (hijo de Ra). El príncipe solía recibir el nombre de un familiar suyo y
se situaba en el interior de un cartucho,
precedido del título real. Se escribía con el signo de pato (hijo=sa) y el
disco solar de Ra. Este título se conoce como nomen y se introdujo en la titulatura real en la dinastía IV y
destacó el papel de rey (o reina, para el que se adaptaba) como representante e
hijo de Ra. Normalmente con este nombre nos referimos a los faraones,
añadiéndoles ordinales para distinguir a los individuos con el mismo nombre.
Fig. 9. Jeroglífico Sa Ra (Hijo de Ra). |
Deir el-Medina
En la dinastía XVIII,
Tutmosis I fundó este poblado de trabajadores de las tumbas
reales del Valle de los Reyes. Conocido en la antigüedad como Set Maat (el
lugar de la verdad), en él los obreros y artesanos hacían sus propios ensayos o
pasaban simplemente el rato representando en los ostraca (trozos de piedra caliza blanca) multitud de escenas donde,
en algunas, también representaron aves.
En uno de ellos, un gato emulando un pastor, conduce a una
multitud de gansos. En otro, un joven guardia tiene un cartel en su cinturón
mientras dos cuervos hacen comentarios. Y, en otro más, la leona Tefnut a quien
Thot, en forma de ibis, cuenta fábulas. Los antiguos egipcios también tenían
sentido del humor.
ENCARNI TOLEDANO
PIQUERAS
Bibliografía:
-Allen, James
P. (2005). Middle Egyptian.An Introduction
to the Language and Culture of Hieroglyphs. United Kingdom: Cambridge, pp. 431-433.
-Collier, M. y Manley, B. (2003).Introducción a los jeroglíficos egipcios. Madrid: Alianza Editorial.
-Minault-Gout, A. (2002).Carnets
de pierre. L´art des ostracadansl´Egypteancienne. Milán:ÉditionsHazan.
-VV.AA. (2006). La
historia cotidiana a orillas del Nilo. Barcelona: Ediciones Folio S.A.
-Wilkinson, R.H. (2004).Cómo
leer el arte egipcio. Barcelona: Crítica.
-Wilkinson, R.H. (2003). Todos
los dioses del Antiguo Egipto. Madrid: Oberon.
Imágenes:
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